domingo, 28 de diciembre de 2014

Alucinada

"Ha empezado todo, era tu capricho... yo no me fiaba, era solo sexo... Más qué es el sexo? una actitud, como el arte en general, así lo he comprendido, estoy aquí."
Se viste con lentitud, tomando conciencia de cada prenda de ropa que cayó presa de la pasión del momento, y con cada una de ellas se sonroja un poco más, temblando un poco más visiblemente, sus pensamientos ahora casi siendo visibles para cualquiera que la mire a los ojos. Si es que alguien lo hiciera, claro.

Un sinfín de comentarios malsonantes y ridiculizantes suenan en su cabeza, se siente absurda, usada. idiota, sucia, decepcionada consigo misma por seguir "vendiendo" su cuerpo por una muestra de cariño, decepcionada con el universo, el Karma, Dios y la Virgen por permitir que el mundo le siga haciendo sentir así, herida. Herida porque duele, porque no tiene solución a sus problemas pese a que cree que tarde o temprano la tendrán. Herida porque de ilusiones ya no se vive. Y de cicatrices tampoco.

Sin embargo, ya vestida, sonrojada y avergonzada, la misma persona que ha provocado aquella tormenta de pensamientos y sentimientos, la mira y sonríe, sonríe con una sonrisa pequeña y probablemente tan avergonzada como la suya propia, sonríe y hace un comentario sin importancia sobre cualquier tontería, y entonces ella ya no se siente tan absurda, ni tan usada, ni tan idiota.

Se siente incómoda con una situación que la supera, ¿pero cuando nuestra Luna no ha estado así? Sólo sonríe, se siente, y actúa como si en realidad en ningún momento hubiera estado desnuda ante él. Como si ahora él no supiera todas sus debilidades, como si ahora él no fuera el poseedor de toda su confianza.

 Que quizás no la sabe, pero lo es. Como tantas otras cosas que, con suerte, nunca sabrá.

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