Se llama Ángela, y ya tiene 23 años, aunque su historia empezase muchos años atrás.
Si te fijas en el físico, tan sólo verás a una chica normal. Media melena pelirroja, ojos marrones, alta, aunque no demasiado, con curvas como cualquier mujer de su edad... Quizá te fijes en que siempre va con unas Converse o unas Vans bastante usadas, o que nunca lleva pendientes o las uñas pintadas... Ahora bien, si tuvieras el valor de acercarte a ella y hablar, descubrirías mucho más. Incluso de ti mismo.
Descubrirás a un ángel perdido que no entiende nada de lo que la rodea. Descubrirás a un diablo sonriente deseoso de hacer perder el control a cualquier que osea tratar de encandilarla. Descubrirás a una mujer cansada de perder pedazo a pedazo su corazón hasta el punto de proteger a capa y espada lo poco que le queda.
Pero, por si te interesa preguntar, médicamente hablando, Ángela está realmente mal. Ahora, ¿qué tiene? Sólo ella, y su psiquiatra, lo sabrán.