sábado, 25 de diciembre de 2010

Navidad: Momento perfecto para tomar el control.

-  ¡Despierta, duendecilla! Creo Que ya es hora de Que dejes de dormir…

La voz de Sergio sacó a Ángela del ensimismamiento en el Que llevaba ya varias horas. Pese a haberse despertado a una hora relativamente normal, por una vez no había comenzado su andadura por toda la casa, sino Que prefirió Quedarse en la cama, acurrucada, mientras miraba por la ventana la parte de la ciudad Que vivir en un tercer piso le permitia disfrutar desde su cama a través de aQuel cristal.

Sergio se sentó en el borde de la cama y le puso sobre la mesilla de noche una taza de chocolate caliente.
Desde su posición, Ángela podía ver cómo salía humo de la taza, pero sobre todo podía notar la preocupación de Sergio, patente en su rostro e incluso en cómo retorcía las manos mientras esperaba Que Ángela se incorporara.

- Sergio, basta. Ya estoy mejor. Sé Que llevo un par de semanas bastante… ¿Qué palabra puedo usar para describirlo? Apática, desinteresada, apagada… Escoge la Que Quieras. Y te agradezco con todo mi corazón Que no me hayas dejado sola en todo este tiempo, sobre todo sabiendo Que has evitado Que siguiera cometiendo locuras pero… No. Pero no. Simplemente, se acabó. Esa parte de Ángela no va a volver a aparecer. No más llantinas, no más noches en bares de mala muerte bebiendo cuánto podía hasta perder el conocimiento, ni más mañanas despertándome en camas de gente Que no conozco. Se acabó perder el control.
- Me alegra conocer esa decisión, pequeñaja. ¿Eso significa Que mi misión contigo ha acabado?

- En realidad, no. En primer lugar, necesito Que vayas a hacer la compra. Bueno, te haré una lista, necesito mil cosas Que con todo esto no he comprado, y paso de volver a comer bocadillos todo el día. Mientras yo me daré una ducha, y volveré a parecer una persona normal.

- Ehm… Ángela… La compra va a tener Que esperar. Hoy es Navidad, ¿Dónde piensas comprar? Ademas, creo Que deberías llamar a tus padres, llevan todo el mes tratando de hablar contigo, pero siempre estabas demasiado borracha o dormida para contestar.

- Ah, sí. Bien, me ducharé y les llamaré. Y habrá algún 24 horas donde comprar lo básico y urgente, ¿no?

Ángela se dedicó a garabatear la lista en una hoja del bloc de notas Que tenia sobre la mesilla, mientras Sergio escribia un sms.

- ¿Y ese mensaje? ¿Tienes una amiguita y no me lo habías dicho?

- Ja, ja, ja. Que graciosa. No, es para reservar un par de noches más en el hotel. Supongo Que me necesitarás por aQuí.

Ángela se Quedó pensativa mientras Sergio seguía a lo suyo. Sergio llevaba más de 3 semanas durmiendo en un hotel, aunque más de la mitad de las noches las había pasado en el sofá de su salón, cuidándola. Sabía Que vivía en un pueblo bastante alejado de la capital, y Que por esa misma razón pasaba muchas horas en el coche yendo y viniendo a la universidad, pero no se había parado a pensar en el gasto de pasta Que Sergio se estaba dejando en ella.

- Sergio, antes de mi ducha, antes de ir a comprar, e incluso antes de llamar a mis padres, necesito hacer otra cosa. ¿Podrías ir abajo y conseguir algunas cajas de cartón?

- ¿Cajas de cartón? ¿No iras a montarte un castillo como las niñas pequeñas no? – Sergio no pudo evitar bromear con esa idea. Al fin y al cabo, ¿para Que podía necesitar cajas?

- Aldo lleva dos meses sin aparecer por aQuí. Dos meses sin llamar, dos meses sin contestar. Dos meses sin preocuparse por nada de lo Que dejo aquí, ni por sus cosas, ni por mi. Y puesto Que he decidido tomar en control de mi vida de nuevo, lo primero Que debo hacer es vaciar su cuarto. Por eso Quiero las cajas. Tú y yo vamos a coger todas sus cosas y empaQuetarlas, y yo llamaré a la madre de Aldo para Que nos diga donde vive ahora. Y entonces, sólo entonces, podré seguir tranquila.

- ¡Ah, perfecto entonces! Pues voy a ver donde encuentro cajas de carton un sábado Que encima es Navidad, pequeña caprichosa. – Se levantó y comenzó a caminar en dirección a la puerta.

- ¡Sergio, espera! Tengo algo más en mente.

- ¿De Qué se trata?

- Pues trata simplemente de Que ya esta bien de tanto coche, ya esta bien de tanto hotel. Tengo un cuarto libre en mi piso, ¿no?. ¿Qué mejor compañero Que alguien Que me ha soportado en mis peores momentos? Es hora de Que conozcas a la verdadera Ángela.

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