martes, 6 de julio de 2010

In Albis

Aldo anda despistado por la calle, en apariencia eterna e infinita, que le conduce a los autobuses. Choca varias veces con algunos transeuntes, unos no tan simpaticos como otros... A duras penas logra llegar a la estacion de San Telmo, y coger el autobus Que le lleva a casa... Cuando logra llegar, aun tiene la mente en esa mesa, en ese folio, esa hoja de papel en blanco. No sabe como se ha dejado ir otra vez, como le ha temblado la mano al escribir y como le ha titubeado la voz al recordarle su apellido a la profesora al entregarlo. Ni siQuiera recuerda como llego a San Telmo. Tarda casi 20 minutos en lograr abrir la puerta de casa, y luego de cerrarla, simplemente se desploma sobre el sofa. No le Quedan fuerzas ni para encender el televisor. 

No habrian pasado ni 15 minutos cuando ella sale de su cuarto. Pantalon corto, camiseta demasiado larga (¿eran cosas suyas o era una de sus camisetas? He ahi la razon por la Que "la lavadora se la habia tragado") y el pelo tan alborotado como si recien se hubiera despertado. Y la sonrisa de una chica Que no esta del todo cuerda, ni del todo loca. 

- ¿Otra vez?...¿Que ha sido esta vez, los nervios, la resaca?...
- No lo sé... Ni tan siQuiera se si suspendi o son solo imaginaciones mias...

Ella se sienta a su lado. Se acurruca en su pecho, como si fuera ella la Que necesita ahora sus mimos. 
- Has aprobado. Yo lo sé. Tú lo sabes. Y tu profesora tambien lo sabe. Ahora respira. Y dejame dormir un rato aQui...
- Angela, no pienso hacerme ilusiones, seguro Que he suspendido y...
- Aldo, callate. Confio plenamente en ti.

Angela sonrie. ¿Ocultarle la llamada de su profesora felicitandole por su aprobado es cruel? Puede... Pero la mente de Angela es un mar en el Que es peligroso zambullirse...

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